goethe


Johann Wolfgang von Goethe:
»Die Leiden des jungen Werther«

Si bien hasta 1774 Goethe era solamente conocido dentro del círculo literario alemán, él se hizo famoso de golpe en toda Europa al publicarse en otoño de ese año en la Feria del Libro de Leipzig su novela epistolar Werther, que había escrito en el febrero anterior en menos de cuatro semanas. Es recién con Werther que la literatura alemana se vió por fin representada dentro del escenario de la novela europea, y con Werther celebraría también su despedida de la misma. Hasta la aparición de Buddenbrooks de Thomas Mann ninguna novela alemana volvería a conquistar un lugar fijo en el canon literario europeo. Werther y Buddenbrooks tienen algo más en común: en ambas obras se mezclan de manera intrínseca datos biográficos propios y extraños para formar una historia ficticia. La mezcla de ficción con datos reales muy conocidos ha llevado en cada caso a todo tipo de especulaciones, incluso a protestas, sobre esta supuesta novela clave.

Werther pertenece, como Don Quijote, Hamlet, Don Juan o Fausto, a aquellos personajes que de cierta manera han trascendido su marco literario para desarrollar una vida propia como arquetipos cuasi míticos. Así, por ejemplo, Don Juan representa la genialidad sensual del seductor y Fausto una búsqueda radical de conocimiento; de forma similar se le conoce a Werther por ser un soñador idealista arrastrado al suicidio por causa del amor no correspondido y quebrado en su emocionalidad exuberante por un entorno adverso. Es quizá un suceso único en la literatura universal que una figura meramente fictia haya sido imitada y citada tan directamente, tanto en su forma de vida como en su forma de morir, como es el caso de Werther.

Goethe ha intentado justificar exhaustivamente la enorme resonacia de la novela. Él la relaciona con la situación político-social alemana que apenas habría otorgado espacio a la juventud para realizar actividades creativas: “no siendo fomentado desde fuera ningún tipo de actividad significativa, teniendo como única perspectiva el tener que llevar una vida burguesa insustancial y apática, uno se amistó —con arrogancia nacida del descontento— con al idea de, no quedando nada más por hacer, siquiera abandonar la vida según la propia voluntad”. Naturalmente, Goethe reconoció que la así llamada >fiebre de Werther< tan sólo fue provocada por la novela, y por ningún motivo podría ser explicada por ella. El “efecto” que tuvo “este librito”, resume, habría sido tan “enorme, porque tuvo lugar en el momento justo. Así como basta una pequeña chispa para derrumbar una mina inmensa, así pues fue también la explosión que tuvo lugar en el público. Ésta fue tan poderosa, porque el mundo juvenil ya se había arruinado a sí mismo, y la sacudida fue así de grande, pues cualquiera se arrebataba con sus propias exigencias exageradas, pasiones insatisfechas y sufrimientos imaginarios”.

Werther le convenía tanto al >mundo juvenil< como figura identificatoria, que las señales de distanciamiento épico del autor fueron pasadas por alto. Por ello, Goethe intentó reforzarlas en la segunda versión de la novela (publicada en 1787). ¡Pero el sensible público lector leía Werther de la misma manera en que Werther leía! La lectura tantas veces mencionada en sus cartas está caracterizada por la misma necesidad de identificarse con lo leído como lo estaba la lectura contemporánea de la novela.

De la misma forma en que el público sensible reaccionó frente a Werther y a su mundo, así reaccionó él mismo frente al mundo: con la pasividad de los vanos sentimientos que nunca se vuelven ni productivos, ni creativos. Él es el ejemplo del diletante por excelencia, a quien Goethe luego habría de dedicar estudios exhaustivos. A excepción de Fausto, ninguna otra de sus figuras ficticias ha perseguido a Goethe durante toda su vida, ni lo ha ocupado tanto como Werther, pero éstas, sus figuras literarias más famosas, no son justamente las figuras con las que él se identificaba mayormente. Más bien, ellas encarnan aquella moderna subjetividad contra la cual se orientará todo su programa de vida.
 

Prof. Dr. Dieter Borchmeyer:
»El Goethe tardío: Yesca de una Revolución: Werther«

Extraíado del curso rápdio sobre Goethe de DUMONT (2005)
URL: http://www.goethezeitportal.de/index.php?id=803

 

Übersetzung von Rafael Maguiña
München, den 05. Januar 2006

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